05:30 Sonó la alarma
y de momento ahí estaba yo, sólo que media hora más tarde por un error al poner
la alarma, error de dedo de mediahora que con un abrir y cerrar de parpados se
convirtió en dos horas de retraso. "¡Maldita maldición!" Habría dicho
I. Extraño mucho la 'arquiternura' de I. Pensaba en ello cuando me dispuse a
hacer algo al respecto. Me vestí como pude y me peiné como siempre o, mejor
dicho, no me peiné. Tomé mi cartera, mi celular, la maleta, mi mochila, mis
gafas para el sol… y… ¡las pinches llaves! Mire la hora en el celular. Ya eran
las 07:45. El tráfico por Tlalpan imposible para tomar taxi y acortar el
tiempo. El tren ligero impensable para andar con maleta y mochila pero ideal
para llegar lo más pronto posible. Se me pasaron dos trenes y al tercero
conseguí colarme y hacerme de algo de espacio. Es el truco cuando uno no
encuentra lugar en el tren ligero o en el metro. Hacerse de lugar a base de que
los demás cedan un poquito del suyo aun cuando parezca que no hay espacio que
ceder. Empujando harto, pues. Luego de acomodarse uno debe disponerse a tolerar
las jetas de los otros, ponerles una jeta más fea y de vez en cuando sonreír,
porque a ratos merece sonreír en los vagones y soltar un comentario y hacer la plática. Y descubrir un compañero
de platica por un rato. El rato siguiente uno estará haciendo jetas otra vez. Y
así hasta la náusea en esta ciudad. Y
luego pienso "aunque es lo mismo todos los días siempre hay algo nimio
pero diferente". Es lo bonito del absurdo, cada día se viste diferente, va
retrasado, o va con calma, o ya lo chocaron, o ya está esperando el autobús. Ya
va sonriendo o va dibujando igual que uno. O simplemente va poniendo jetas al
de al lado y haciendo la plática con otro cinco minutos después.
08:30. Llegué con mi
carita de espanto a la taquilla y compré mi boleto. Esperé casi 30 minutos.
Desayuné ya más relajado. Pensé en lo que tenía que hacer. Hice algunas
llamadas. Una para ser preciso. Miré el reloj, miré los andenes, miré mi
boleto y así el mismo proceso unas 7 veces por lo menos. Es una manía que tengo
desde siempre que viajo en autobús. Supongo que por ello sólo una vez un pinche
autobús me ha dejado varado. Y desde entonces nunca me ha vuelto a pasar.
En los monitores
apareció en letras rojas la hora de salida, el número de autobús y el andén por
el cual aborde. Checaron mi boleto y busqué mi asiento. Saqué mis audífonos y
puse a Moderat. Me perdí. Cuando desperté vi que estaba a una media hora de llegar a la obra.
11:00 La mañana (casi
medio día) morelense me recibió con un bofetada plena de rayos de un sol
radiante, tal como me choca. Supongo que era el colmo de llegar tarde al
trabajo. Me odié.
Descubrí que ya no
me tolero tanto como antes, pero más por la fuerza de costumbre termino por
estar bien conmigo mismo. Me acostumbro rápido. Cambio mis mañas. Sustituyo
unas por otras y sólo las más arraigadas permanecen. A esas a lo más uno sólo
las puede atenuar. Pero ahí voy. La maña de cambiar es invariable. Mi vieja
maña de querer estar solo ya no es lo que era. Ni el gusto. Y no sé por qué
¿Será la edad? ¿Serán las pretensiones? O ambas.
(Quizás pienso
muchas tonterías).
17:34 Con todo y los
rayos de sol hoy tocó un buen clima, entendiendo por 'buen clima' a que parte
de la tarde el cielo estuvo medio nublado y con algo de viento. Un clima fresco
y menos sofocante que el habitual. Y adore eso. Imagine que llovería, pero nada.
Al final de la tarde el cielo se despejo. Y me quede ahí con mis ansias de
lluvia. Ojala llueva pronto.
Pude percibir el
olor a tierra mojada cuando los trabajadores del campo de golf fueron a lavar
sus máquinas. Mi memoria se impregnó de cierta nostalgia por algunos días
lluviosos. Muchos días lluviosos. Muchos días con olor a tierra mojada. Días
que olían a humedad de neblina y de esperar dentro de la blancura de la niebla.
Días de ver una silueta dibujarse en la niebla, varias siluetas. Algunos días
muy añejos y otros más cercanos. Y hartos días de todo tipo. Días pesados y
días buenos.
22:05 La tierra
mojada huele a nostalgia (Debo dormir).
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