martes, 21 de enero de 2014

Mirando un plafón.

Llego del trabajo a la casucha donde me quedo en Morelos. Me tiro al piso y mientras miro el plafón. Me extiendo y me estiro para sentir como truenan algunos de mis huesos. Me relajo. Descanso así unos 15 minutos en lo que pasa nada. En lo que pienso nada. Súbitamente llega la emociónSonrío, pienso en V. y me emociono más. Pienso en los próximos días. Estoy ansioso. Demasiado. Ansío que sea viernes, desespero porque sea sábado, y ruego por que no llegue el domingo tan rápido. Ojala que no se apure el domingo, que se le haga tarde, que se le apague el despertador. Que lo deje el camión. Que lo atropellen camino al trabajo. Que no llegue. Si creyese en diorsito eso le pediría. Pero no. El domingo va a llegar. (Ademas mis lunes sin domingo no me saben, es mi dia para pensar)

Entretanto sólo me emociona el viernes y el sábado. Aún más el sábado. Le contaba a V. que esta emoción ya la había sentido, pero no sé que será que ahora me parece más intensa y diferente. Me confundo y procuro no desesperar (tanto). Y me dejo llevar. 

Luego. Ahora, más bien. Sonrío como adolescente. Pienso en V. Me place.

lunes, 20 de enero de 2014

Para V.

Hay algo. Pasa algo, mejor dicho. Me sucede y me emociona. No es un algo cualquiera. De hecho no es cualquier cosa. Para colmo, son días en los que de alguna manera me he sentido bien en el trabajo, bien conmigo mismo y despejando esas dudas absurdas que me acechan siempre. Siempre.

La idea de saber o no saber si lo que hago esta bien y de si voy tomando las decisiones correctas mientras recuerdo los viejos errores, para luego ir rectificando esas decisiones y ajustándome yo solito las tuercas. Y de alguna forma vencer al miedo que de alguna manera retrocede pero que siempre esta ahí, merodeando, escondido en los recovecos de mi mente. El cochino miedo.

Pero ahora no es el miedo lo que me importa. Es la emoción que siento. Hacer un resumen de los últimos siete meses sería una tarea imposible para mi, justo cuando tengo unos 15 minutos para terminar este post e irme a dormir. El trabajo me reclama y reclama mis horas más lucidas y la mejor de mis atenciones. Así las cosas escribo con algo de prisa pero con la intención de escribir algo que me ayude a explicarme lo que me ha sucedido en todo este tiempo.

(Lo cierto es que no necesito explicarlo, pero soy un presumido).

Sé bien que me pasa.
Te quiero.