jueves, 28 de febrero de 2013

Febrero

Este mes casi se va, sólo es cuestión de horas. Cambié de trabajo por amor al arte. Eso fue a medio mes. Y por amor al arte, o mejor dicho, a mi oficio, continuo en esta ciudad. No quiero decir cuanto tiempo estaré aquí, quizás por miedo de no irme nunca. Parece que lo mío no es permanecer y sí en cambio la inconsistencia. Pero aprender requiere ser más constante y me cuesta entender eso. Pienso últimamente en los años pasados y el tiempo que ya fue (incluyendo las cosas que ya no fueron). Al final sólo me queda eso. Al final de este febrero no sé que salga y prefiero seguir sin saberlo.

miércoles, 6 de febrero de 2013

Soy una piedra.

Ser una piedra es cosa difícil, no es la ecuanimidad nomas porque sí. Una piedra debe ser ante todo una cosa muda. En cierta forma una cosa muerta. Las personas que dialogan con las piedras tienen cierto interés necrofílico. Lo mismo pasa con alguien que va al panteón a platicar con algo que ahora es nada o poco más que una losa (o en el mejor de los casos un recuerdo). Y una losa no importa si esta vertical u horizontal a fin de cuentas es una piedra. Uno, al fin y al cabo, habla con una piedra buscando hablar con uno mismo, sin reconocerlo, porque hablar o dialogar con uno mismo debe ser de locos o solitarios y ser lo uno u lo otro (o ambas cosas) es algo malo, por lo visto. Es por mucho preferible decir que tal piedra es mi amiga, por las noches ir a levantar su muda presencia del suelo y contarle todos mis secretos,  cosas que ni a mi mismo me cuento. Los muertos guardan bien los secretos. Y básicamente por eso me cuesta ser una piedra.