viernes, 29 de agosto de 2008

¿Qué es lo maravilloso?

La inocencia es una de esas cosas que me llama la atención. Hay ciertas características, todos tenemos alguna, pero la inocencia de alguien despierta en mi una sensación de protección, no se, quizás estoy necesitado de cariño, o quizás a veces yo me atormento demasiado con esas ideas. Hoy desperté con esa idea en la cabeza, es algo que siempre y de alguna forma esta ahí, y no lo puedo separar de lo que quiero. Aun así ese deseo oculto me provoca recelo y desconfianza, pero aun así me persuade.

Ya ha amanecido y me cuesta distinguir las formas de mi cuarto cuando despierto. La idea sigue ahí. Conozco mis límites, pero no siempre los respeto. Pienso para mí. Existe un rango de cosas que quiero o deseo y se ven sujetas a lo que yo quiero controlar. Aun así existen ocasiones en las que pierdo el control de todo eso, y esas cosas que me mueven fuera del rango de lo que hago conscientemente son las que me crispan ¿Acaso estoy mal? No creo. La soledad solo hace una jugarreta. Ella es mi única compañía, y a veces creo que así estoy mucho mejor. Pero esta idea penetra como barreno en mi mente. ¡No! se que estoy mejor así. Mi ego es demasiado, y puedo jactarme de que ya hace años he logrado superar, en cierta medida, la barrera de lo absurdo de lo cotidiano. Por lo mismo no me hallo inmerso en esa nata del día a día, y de la acción repetida hasta el infinito, inconsciente, como casi toda la demás gente. La música me ayuda en gran parte. Y por otro lado la religión era solo una maleta que no podía seguir cargando. Lo único en lo que creo es en el espíritu humano, y en su vulnerabilidad. La idea volvió. Solo hay que darle play y no queda más que hacer, solo dejarse llevar por los ritmos de la música. ¡¡Oh mi hermosa música!!

Afuera las caras son siempre largas, frías, cansadas, aburridas, hostiles, abrumadoras, asquerosas y repulsivas, como solo en una ciudad de este tamaño pueden ser. Casi nunca las veo, solo contaminan mi ánimo, y quizás, sonando un tanto egoísta, no me importa lo que les pasa. Así entonces cuando salgo, no importando a donde vaya, olvido que hay mas gente ahí afuera. Y me hallo solo en la inmensidad.

Existen por otro lado, lugares o situaciones en que ningún trabajo me cuesta esbozar una sonrisa. Por ejemplo me suele suceder cuando salgo de este lugar llamado DF. De ahí la idea que me aflige: Estoy consciente de lo que implica la cara de una niña y se que cuando estoy frente a una mi manera de actuar es de lo mas arbitraria y sinrazón, por no decir complaciente. He llegado al parabus y en mi cabeza comienza a sonar una canción de Amanda Palmer, suena tan de cuna, tan inocente: “What's The Use Of Wond'rin' (ft. Annie Clark)”. Otra vez la idea de lo inocente, y sobretodo, no se que es lo que me maravilla, aprovechándome de la utilidad o propósito de lo maravilloso. No puedo describirlo, aunque ya lo veía venir. ¿Pero que es lo que busco ahí? ¿Que es lo maravilloso de alguien así? No hay una mente madura, ni un cuerpo bien formado, ¿por que ella y no alguien de 25, o de 20? solo una cara bonita y la inquietud que le provoco. Inquietud que me provoca, pero yo busco algo diferente. O al menos eso es lo que creo, o es lo que de alguna manera me hago creer. Solo recuerda las apariencias engañan. Y tu bien sabes eso. Entonces recuerdo lo horrible que es hablar de mi mismo en tercera persona. Subo al pesero, pago mi pasaje, y me acomodo en los asientos de la parte posterior. Miro por la ventana y la ciudad me devuelve el inevitable ruido de motores, ruidos de gente, miles de ruidos, miles de mundos a los que no pertenezco y que no me pertenecen. Con la música en mi cabeza, el sonido del motor y el caos de la ciudad no tardo en sentir indiferencia por lo que hay a mi alrededor. Pienso ¿Qué es lo maravilloso de la inocencia? Antes de que me hunda en ese asiento de la esquina del pesero y antes de que la indolencia me invada totalmente, alguien, de casi 17 o 18 años, me dirige una sonrisa única como ella sola. Me fulmina y me hace recordar que por algo debí seguir mirando la ventana. Yo solo la miro derrotado.

Aun así sonrió con ironía. Soy tan vulnerable.

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