miércoles, 2 de febrero de 2011

Crónica de días pesados 02

Hoy, como desde hace unos 3 o 4 días corre el viento y mueve constantemente las ventanas mientras yo trato de sobrellevar una mugrosa gripe,  cansado de andar todo el día en la calle. Una pequeña dosis de realidad, relativa realidad. No me puedo quejar. Buscar algunas cosas en el centro, pagar una deuda de tamales, fallar en el pago de esa deuda de tamales y sobrellevando la tercer semana de una dieta auto-impuesta de pura pastura y otras cosas similares para estar sano. El stress del final de la maestría ya se siente, y como cada vez que he iniciado un ciclo es tiempo de cerrarlo, el fin de un ciclo que se veía no tan lejano. Es eso o son los años que creo me empiezan a pesar y conforme siga pasando el tiempo más me van a pesar... y no quiero saber. Usualmente me gusta saber las cosas pero esa es de las cosas que prefiero no saber. Lo único que quiero concretar ahora es la maestría. Y lo que sigue, siempre lo que sigue.
Ayer una platica que me hizo trasnochar, culparía al café pero tomo lo suficiente como para poder dormir bien. Y uno ve a las personas cercanas y trata de entender. Pero es que no son las mismas cotidianidades. Luego uno se da cuenta de que las personas simplemente ya no son lo que solían ser y uno tampoco. Y uno ve las cosas con ojos distintos, como siempre.
En fin. Regresando al día de hoy. Había olvidado que pinche hormiguero hay en cierta zonas del centro. Tenía un buen rato sin meterme en esos pasajes y calles llenas de gente. Absurdos ellos y yo. Lo genial que es caminar rápido, saberse perdido entre toda la masa de absurdos y ser uno más. Olor a "humanidá" del metro, a garnachas y tacos mugrosos afuera de cada estación (con el consiguiente sufrimiento porque uno solo come pastura). Abstraerme por un rato y olvidar la mugrosa tesis, en la que siento que avanzo al ritmo de una letra por día. Caminar. Había olvidado que me gusta caminar en el centro y perderme leyendo temporalidades en algunos edificios, hallar singularidades en las personas y luego reconocerlas o desconocerlas en mi mismo. Eso y el placer de hallar musas efímeras en la calle, de las que solo me quedó la impresión de un pestañeo en mi memoria y que espero sobrevivan en papel, transfiguradas.
Reconozco ciertos días sinsentido como hoy, que me recuerdan a los días de Xalapa. Días en los que revisaba los caminos que me habían conducido a ciertos momentos. Ahora, a diferencia de aquellas ocasiones ya no hay desasosiego.

Nota: Bueno igual y sí hay algo de desasosiego, ayer vi esta nota del Universal que hablaba acerca de algunos establecimientos en el centro en donde se podían comer tamales y pues en la Hostería de Santo Domingo no, a la mera hora tuve que comer un chile en nogada... (Aun así comí relativamente decente). También la culpa es mía y de mi flojera. Debí haber buscado notas especializadas y no lo primero que me mostró "San Google"... *facepalm* 

No hay comentarios :